Mi
primer post va a intentar no ser un post convencional sobre las
aportaciones de la web 2.0 a la enseñanza de lenguas. Para encontrar
un buen número perfectamente teorizado y sistematizado de ellas,
basta preguntarle a San Google. No creo que un post más sobre ello
tenga mucho que aportar a la cuestión. Tampoco creo que mi opinión
de no experta aporte demasiado, pero como precisamente la web 2.0 ha
venido a ensalzar la opinión y a convertirla en un motor invencible
(a través de todos estos conceptos modernos y molones como
feedback o
retroalimentación,
interacción,
tweet,
post....)...pues
por opinar que no quede.
Lo
más importante de la Web 2.0 no es una aportación (ni un conjunto
de ellas) sino un desafío (o un conjunto de ellos). Las nuevas
tecnologías son herramientas (un conjunto de herramientas más) que
permiten hacer más o menos lo de siempre pero de una manera más o
menos nueva. Facilitan, motivan, atraen... pero también complican,
frustran, distraen... Su potencial es casi infinito, pero casi
infinito también es el tiempo que necesitaríamos para explotarlas.
No
seré yo quien contradiga a todos los que predican las bondades y
virtudes de la aplicación de las TIC a la enseñanza. A mi manera,
también creo en ellas. Pero más firmemente creo que todavía
estamos en una etapa más o menos primigenia en lo que a esta
cuestión se refiere, más por falta de habilidades que por falta de
herramientas, claro está.
Estamos
asistiendo a un cambio de época en el que la cantidad pone en riesgo la
calidad, y esto exige el desarrollo de una serie de capacidades y
habilidades que todavía están en proceso. También estamos en una
época virtual en la que todo tiene una rápida obsolescencia (quizás no en vano el término wiki, tomado del hawaino,
significa rápido); y la misma obsolescencia tienen las
capacidades y habilidades que vamos desarrollando, en una renovación
y ampliación constante e incesable. Y he ahí, desde mi punto de
vista, el desafío. ¿Podemos desarrollar las capacidades y
habilidades necesarias, al ritmo necesario, para explotar todo el
potencial que nos ofrecen las herramientas 2.0 de una manera
práctica, productiva y rentable?
Ni
la gran mayoría de los docentes ni la gran mayoría de los alumnos saben hacer un uso óptimo y eficaz de las posibilidades que las TIC
y la Web 2.0 nos ofrecen. Como
docentes, ¿cuántas veces no os habéis encontrado tras 2 o 3
horas (en los mejores casos) buscando tal o cual material para
explicar tal o cual contenido o función lingüística sin que
ninguno os acabe de convencer del todo? Sí,...“me gusta esta parte
de aquí”, “esta parte de aquel otro me parece
interesante”...”tendrá que hacer un mix”¿Y entonces
no habéis pensado eso de “si lo hubiera hecho yo desde el
principio... hubiera acabado antes”?
¿Y
cuántas otras veces no habéis estado navegando por aquí y por allá
buscando ideas, buscando aplicaciones que os permitan llevarlas a
cabo, buscando cómo funciona tal o cual aplicación o cómo resolver tal o cual problema técnico que os está amargando la vida?
Como
alumnos ¿cuántas veces no habéis cortado y pegado de aquí y de
allá sin aprender mucho más que Ctrl C y Ctrl V? ¿Cuántas,
haciendo esto, no os habéis contradicho en opiniones que
supuestamente vosotros mismos habíais escrito? Y respecto a esto del
trabajo colaborativo vía online, ¿cuántas veces no habéis pensado
eso de “si lo hubiera hecho yo solo hubiera acabado antes”?
No
estoy diciendo ni insinuando con todo esto que la aplicación de la
Web 2.0 a la enseñanza sea un compendio de inconvenientes cuya
esencia consista en amargarnos la vida. Tiene muchísimas ventajas y, como ya
se ha dicho, un potencial enorme. Pero no es la panacea ni debe
hacernos creer que, dadas una serie de herramientas y de contenidos,
todo lo demás está hecho.
Se
trata fundamentalmente de un cambio de actitud. Como dice Dolors Reig
(un nombre a no perder de vista si nos interesan temas como el aquí
tratado) “nose trata de hardware o de software, lo importante es el mindware, elcambio de mentalidad (...)”.
Necesitamos formarnos y formar a nuestros alumnos en un nuevo tipo de
habilidades para enfrentar un mundo nuevo de posibilidades, que
además mañana serán ya distintas de las de hoy. Alrededor de esto de aprender a aprender, que está tan de moda últimamente, debe de estar la clave. Hace poco leí por ahí (no sé dónde ni de quien; San Google no siempre lo resuelve todo) algo así como que formamos profesionales para trabajos que todavía no existen. Si esto es así (y no parece que quepan demasiadas dudas al respecto dado lo cambiante de nuestro entorno), los contenidos ceden terreno a las habilidades y destrezas, algo que, por otra parte, tampoco es nada nuevo.
Necesitamos
interacción, colaboración y creatividad en la enseñanza (y estas tampoco son necesidades nuevas); pero también necesitamos aprender a
optimizar el tiempo, a rentabilizar el esfuerzo, a desarrollar un
tipo de espíritu crítico que nos permita discriminar información y
herramientas. Claro que antes también necesitamos conocer las
herramientas, aprender a usarlas, tener acceso a ellas, saber qué
buscar, cómo y dónde... El universo de sobreinformación al que
estamos sometidos exige estas nuevas capacidades “sobrehumanas”
que son todavía una asignatura pendiente para la mayoría de
docentes y alumnos. Lo importante no es la teoría ni la tecnología,
sino saber cómo usarla y que su uso, realmente, suponga una
mejora y una innovación de la calidad educativa.